Como si de una moda se tratara o de un nuevo
estilo de vida, donde parece ser un tatuaje que las personas entre 20 y 30 años
llevan impreso en el alma, sin poder escapar.
Recientemente he tenido la oportunidad de conocer
muchísimas personas y con muchas he podido compartir experiencias de vida. Tras
pláticas interminables, respaldas muchas veces de algunos tragos,
llegamos a la misma plática. Constante, alarmante, doliente y muchas veces
sangrante. El dolor que llevamos dentro, de algún amor imposible, alguna traición,
algún amor que echamos de menos o simplemente la poca fe que tenemos en
volvernos a enamorar.
Créanme, no soy el tipo ejemplar en este sentido.
Muchas veces he querido profundamente y me han herido y me han querido
profundamente y he sido causante de mucho dolor. Pero estoy seguro que no soy
el único así. Todos hemos sido el cordero y el lobo.
No sé si sea culpa de vivir creyendo que los
castillos en el aire existen o de plano como sociedad estamos tan jodidos que
no hay salvación alguna y estamos destinados a dejar de creer que se puede
mantener una relación estable por años, sin vivir bajo resentimientos,
traiciones o sufrimiento.
Y es que me queda muy claro que cuando más se
ama, más se sufre. Pero me doy cuenta que, al menos la mayoría del grupo que me
rodea, vivimos ya inmersos en un sufrimiento constante. Donde la próxima
persona que se atreva tocar a la puerta deberá cargar y lidiar con nuestros
demonios internos y por si fuera poco nosotros debemos lidiar con los de ellos.
¿Y qué pasa cuando vencemos esos demonios? o al menos batimos algunos. Queda
una relación desgastada, sin ganas de seguir, donde la costumbre de estar
juntos ya suplió la ilusión y la calidad; entonces es cuando empieza lo que hoy
es una relación moderna. Donde no hay respeto mutuo, a la primera oportunidad
vienen discusiones sin sentido, no hay proyectos juntos y siendo realistas, la
infidelidad se hace presente.
Creo que hay muchos factores, entre ellos la
necesidad de generar riqueza antes que otra cosa. Porque la misma economía exige
trabajar más, tener dos o tres trabajos no es algo raro y ya no dedicamos
tiempo a nuestra vida personal. Cada vez es más común ver un bar, lleno de
oficinistas los jueves y viernes; donde solo buscan “algo” de momento sin tener
que comprometer más que un par de horas siempre y cuando el trabajo, la maestría,
el otro trabajo, los amigos y una que otra aventura lo permitan.
“Te pasas todo tu tiempo a predicar sobre la espera para el amor. Pues aquí está. Justo en frente de ti, y te vas a dar la
espalda a él. Así que supongo que
sólo estamos jodidos. Voy a seguir adelante. Pero
vas a tener que vivir el resto de tu vida sabiendo que has dado la espalda en el amor. Y eso te hace
hipócrita. Que tengas una buena vida…”